Olivia de Havilland confiesa que fue una esclava de Hollywood



La única actriz viva de los protagonistas de 'Lo que el viento se llevó' admite que fue "una estrella, pero también una esclava" de Hollywood, y además cuenta entresijos de su carrera.

La actriz Olivia de Havilland, a sus 93 años única superviviente de los principales protagonistas de la inmortal Lo que el viento se llevó, confiesa en una entrevista en el periódico The Telegraph que fue "una estrella, pero también una esclava" de Hollywood. Mujer temperamental y de gran belleza, tuvo un romance célebre -que confirmó en junio de este año- y de final infeliz con el actor y rompecorazones de origen australiano Errol Flynn. En la autobiografía que escribió antes de morir, en 1959, Flynn le declaró su amor imperecedero. Algo que, según ella, la sorprendió mucho. "Yo no lo rechacé. Me sentía también muy atraída por él. Pero le dije que no podíamos tener nada mientras él siguiese con Lili (su esposa de entonces, Lili Damita)".

De Havilland afirma que se han escrito "muchas tonterías respecto a esta relación sentimental". La actriz confiesa que Flynn fue "bastante injusto" con ella algunas veces que trabajaron juntos y menciona un caso concreto, cuando en 1940, ambos hacían la película The Santa Fe Trail, de Michael Curtiz. Según recuerda ahora, en una de las escenas en la que aparecían los dos, Flynn se las ingenió para que a ella se la viese sólo de espaldas. "Creo que estaba enfadado porque Jimmy Stewart estaba haciendo otra película en el mismo estudio y venía continuamente a verme", explica la actriz, que añade: "Jimmy y yo estuvimos varios meses juntos aquel año (1940) y supongo que Errol estaba celoso".

Pionera en abandonar Hollywood



Sobre Lo que el viento se llevó, que le valió una nominación para el Oscar a los 22 años por su interpretación de Melanie Hamilton, dice que fue "una de las experiencias más extraordinarias y personalmente satisfactorias de toda su vida". Era la primera vez que interpretaba un "personaje real" y no simplemente "bidimensional". "Melanie era de carne y huesol, preocupada por los demás, pero también una mujer inteligente y dura. Aunque, por encima de todo, era una mujer con gran capacidad para ser feliz", explica.

De Havilland recuerda que todo el mundo creía que aquella película iba a ser un "colosal fracaso": la búsqueda de una intérprete para el personaje de Scarlett O'Hara (Vivien Leigh) había durado tres años; en el plató se sucedieron tres directores (George Cukor, Sam Wood y, finalmente, Victor Fleming), y "la prensa y todo Hollywood estaban aburridos mucho antes de que terminase el rodaje". "Pero, yo no: yo creía en ella. Estaba convencida de que la película triunfaría porque contaba una historia real con personajes reales", señala.

La intérprete de Melanie Hamilton, abierta en general durante la entrevista de The Telegraph, se niega rotundamente a hablar sobre su hermana menor, la también actriz Joan Fontaine, que tiene 91 años y vive en California. Ambas hermanas rompieron la relación 40 años atrás.

Defensora de los derechos de los actores



En 1943, De Havilland desafió en soledad a uno de los más poderosos estudios de la meca del cine y demandó a Warner Bros al amparo de la ley "anti-peonaje" de California, una regulación inspirada en el Código napoleónico que prohibía a los patronos reducir a sus trabajadores a la servidumbre. "Todos en Hollywood creían que perdería, pero yo estaba segura de ganar. Había leído la ley y sabía que lo que hacían los estudios estaba mal", explica De Havilland en el diario The Independent. Tras ganar el pleito, pudo escoger los papeles que realmente le interesaban, entre ellos el de la película A Cada Uno lo Suyo (1946), de Mitchell Leisen, con el que ganó su tercera candidatura al Oscar y la primera estatuilla de oro.

"Lo que más me satisface es que aquella decisión (judicial) benefició a Clark Gable, Jimmy Stewart, Glenn Ford, Henry Fonda y todos los otros actores que habían estado ausentes, haciendo su servicio militar. Cuando regresaron a Hollywood, pudieron elaborar sus contratos con cláusulas más favorables", señala la actriz.

De Havilland debe de ser también una de las pocas estrellas de Hollywood en abandonar California en la cúspide de la fama: "Me invitaron al festival de Cannes en 1953. Allí conocí a un francés (Pierre Galante, futuro director de Paris Match), que me siguió a Londres y, luego, a Estados Unidos y me convenció para volver a Francia con el hijo de mi primer matrimonio (con el novelista Marcus Goodrich)". Divorciada de Galante desde 1979, De Havilland sigue viviendo en París. En este momento trabajar en la redacción de sus memorias.