Especulaciones sobre el Sentido Común, la imagen, la racionalidad social.

Esto lo escribí en Octubre de 1994, en mi primer año de universidad, en una revista de mi facultad. Debo confesar que me cuesta entenerme al leerme. Wow, cómo me permitieron publicar esto, jeje.

Especulaciones sobre el Sentido Común, la imagen, la racionalidad social.

Desde la perspectiva con la que más nos accionamos -el sentido común- estructuramos costubmres y parámetros morales esenciales en nuestra actitud de juzgar. No en vano Descartes (miembro de los Rosacruces) y Comte (que profesaba la ciencia como dogma y ferviente antimetafísico) argumentaban una creencia mística en el sentido común de las personas al llegar el momento de distinguir entre lo bueno y lo malo, entre lo falso y los verdaderos. Kan (criado en la corriente protestante del Pietismo, que llamaríamos hoy "fundamentalista") basa prácticamente toda su filosofía moral -tal vez a mandera subliminal o levemente intencionada- en esta fe en la capacidad natural e intuitiva del hombre en distinguir y enuncia la sobriedad de las cosas a través de la voluntad dirigida por la razón.
Todos nuestros estudios y nuestros "no-etudios", en fin, todo lo que hacemos, se adapta a nuestra manera de preconcebir las cosas: para amoldarnos a nuevas y disímeles circunstancias debemos relacionar todo nuestro universo mental y sensible con lo nuevo que se nos prsenta. Ahora bien, hay ciertos "adheridos"  en cada uno de nuestros pensamientos, ya sea que estos se transformen en actos completos o -el otro vértice- permanezcan como ideas no bien definidas en nuestro proceder. Se trata de nuestra genética histórica. Es una versión del presente como pasado -futuro que nos pesa en cada uno de nuestros movimientos volitivos. Para hacerlo más sencillo, diré que, lo que tomamos en cuenta en nuestros actos, es la relevancia de lo que "somos porque fuimos antes y queremos ser mañana". Nuestra vida no se reduce a lo cotiano o a lo instantáneo.
Cada pueblo tiene su propio desarrollo histórico-social que crea en el individuo un sentimiento de identificación nacional, tradicional e ideológico... El hombre común siempre habla de "ese pasado", como idealizando una época en la que parecía vivirse mejor; pero aunque rara vez se hable de un proyecto mediato, se lo espera. Es que las mentalidades, por más difíciles de cambiar o reestructurar que sean -ya que hay predisposiciones muy típicas de nuestra especie que tienden hacia la sedentarización social- son lo único en lo que realmente se provocan resortes dirigidos hacia un ideal o mejora.

La humanidad, en cada una de sus diversas etapas de desarrollo ha tratado de preservarse no solamente como especie sino como unidad ideológica-cosmológica-lingüística. Es innegable que todo intento totalizador tiende a apoyarse en infraestructuras que sobrepasan los parámetros de funcionalidad de poder social, es decir, que transgreden su propia utilidad, quebrando la resistencia de las mentalidades; la dialéctica de los pueblos es constante e inestable percepción de una versión de la realidad.

Actualmente ¿cómo se encuentra nuestro sentido común?

Ha habido como un segundo redescubrimiento del mundo: luego de América -descubierta por Colón- el descubrimento del mundo por los medios de comunicación y sobre todo por la exasperante actividad de culto a la imagen, auspiciada por los sponsors (auspiciadores) con taltos intereses subliminales.
Si antes las tradiciones eran aprehendidas a través de la experiencia copulativa -entre el hombre y el medio natural y social- ahora el nexo se debilita y la adquisición de experiencia propia se torna en un acto indiferente a la cantidad espacio-temporal, es decir, la coordinación entre el entendimeinto y la imaginación desvaría, evadiendo la materialidad del aprendizaje, tomando a esta última en una sucesión -varias veces parecida al fenómeno del "zapping" de imágenes que delegan una función activa a aquel que realice su propia experiencia pero atándolo a opciones con premisas muy semejantes (de poca incidencia superestructural), en cuando que la variedad de formas preservan contenidos acomodados a mensajes sociales provocadores de actitudes pasivas frente al bombardeo de información.
La razón, el entendimiento, las capacidades y los modos del intelecto, todos ellos, se han visto alterados por los nuevos recursos tecnológicos que bifurcan y revisten el pensamiento, sus procedimientos y su utilidad.
Tal vez el tiempo y la vida económica del hombre lo han llevado a éste a solititar "budgets" (presupuestos) y recursos intelectuales (pseudointelectuales) más guiables hacia la comunidad y seguridad del entorno del individuo. Esta última especulación resulta  más cuestionable que las demás -como idea especulativa- pero, dentro de ella, lo que suena inequívoco, es el congestionamiento de representaciones (percepciones y valorización de las mismas en nuestra escala mental de intereses mundanos- de aplicación a nuestro tipo de vida) que construimos a partir de la realidad que se nos facilita ver. Nos rozamos con esquemas que transfieren nuestro sentido común hacia un sentido imaginario (limbo entre realidad eimaginación), aburguesando las masas, las cuales asintiendo el vivir burgués, densifican las distancias económicas pero intentan garabatear su conciencia de clase consumiendo modos ajenos al "margen de utilidad aplicable" (la idea por la que se compraun producto o por la que se emula una actividad difiere enormemente de la utilidad neta que se busqueo que se les sepa dar).
La importancia dada a la educación como arma de ascenso social y superación económica del númcleo familiar y/o del individuo se impregna de metas no bien marcadas, que fortifican ideologemas (producir más para tener más para insumir más, individualizarse, cuidar los propios intereses, vivir los sentidos y matar lo "demasiado pensado o reflexionado, que quita tiempo, razonar en nuestras críticas asilando y asilando una accionar social, etc.) desprovistos de enfoques no comerciales (por lo menos post-comerciales) que están para aquellos que no encuentran sus propios ideologemas. Pero estamos en una época de retrocesos de las conquistas sociales donde la información multiplica el amperaje de adaptación conceptual en las masas. Ya nada es sustancialmente concreto -a menos que haya un profit (ganancia) de por medio. No existen los hechos separados de las noticias y de la opinión pública. Todo parece ser consensuado o delegado democráticamente a los representantes de la opinión mayoritaria, la cual carece de metodología para pensar socio-históricamente y que tiene poca memoria crítica y mucha de la otra. Aunque cierta parte de nuestro hemorrágico sentido común nos dice que la política se parece cada vez más a un juego de niños desmemoriados y verborrágicos que contagian a los recuerdos con la tos de los olvidos.

La ubicación histórico-social de los individuos para la sociadad se evapora conla condensación detallada de arquetipos comerciales. Nuestra resistencia está impregnada por el crisol financiero de comoportamientos e ideologías establecidas. La música que todos bailan se torna compulsiva y se aleja de la mera intuición natural que nos inclina espontáneamente hacia la quietud y convivencia. Pero eso es en el Topos Uranus o entre las sustancias, porque en lo tridimensional, somos presos de necesidades que complejizan y menoscavan las reminiscencias de un mundo tranquilo, utopía eterna.
La Universidad es un elemento peligroso para la existencia sedentaria, ya que hace peligrar su auto-estima y el reposo de su comglomerado de necesidades indispensables. La cultura del "estómado" nos dice: no importa si lo que digesta es o no nutritivo... lo que importa es dónde vive, cuánto y de qué precio es de lo que se alimenta, sobre qué y cuánto tiempo reposa, qué lo recubre. Estas son nociones que nos acercan y alejan a nosotros mismos de cosmos dependientes, de ideas correspondientes a lo común de las mentalidades de la época que nos toca vivir.